La moda como herramienta para tu evolución personal

En cuestiones de asesoramiento de imagen este no es un texto como los demás, se trata de buscar una forma de reconciliarse con el cuerpo y nuestra historia, al mismo tiempo de encontrar un estilo que te haga feliz.

Al hablar de asesoramiento de imagen siempre te dividen según tu tipo de cuerpo, y de acuerdo a eso recomiendan que usar para potenciar tus mejores rasgos y disimular las partes que menos te gustan. A eso se suma el estilo personal y se logra el guardarropa perfecto. Pero no se habla de las inseguridades de esos tipos de cuerpo al momento de vestirlos y lucirlos.

Si eres baja conviene que uses tacones con el peep toe para alargar la pierna y así parecerás más alta al ojo ajeno, pero… ¿Cómo te hace sentir el hecho de considerarte baja, o muy alta, o cualquier otro tipo de rasgo físico? Mucho antes de poder encasillarte en un tipo de silueta, y asumir cuál es tu verdadero talle, lo que garantiza el éxito en cuestiones de estilo es que aceptes tu cuerpo tal cual es, que lo ames, que te valores como persona, como mujer.

Cambiar tu estilo, sentirse hermosa tiene un efecto indudable en tu autoestima, es como cuando eres un niño y sientes que no eres capaz de hacer algo, por ejemplo, de tirarte de un tobogán, te da miedo, pero entonces un día lo haces, y lo logras, y tu vida cambia para siempre, te da seguridad en ti mismo, te brinda alegría, te sientes bien. Y eso te anima a arriesgarte a una nueva aventura. Cuando sientes que nada podría arreglarte, que no vale la pena intentarlo porque ya te probaste 20 vestidos para ir a la boda de tu amiga y todos te quedan horrible, tu autoestima va bajando, pero de pronto te pruebas uno que te queda bien, que te hace sentir hermosa, y todo el mal humor, la angustia, los pensamientos negativos desaparecen por arte de magia, el corazón explota de alegría, y te vas del centro comercial con una sonrisa que nada la borra. Como en cualquier situación de la vida, lo importante es seguir adelante, no rendirse, no dar todo por perdido. Si el exterior no fuera importante para lo que se siente por dentro, esto no pasaría. Es un ida y vuelta, si te ves bien por fuera te ayuda a tu autoestima y a sentirte bien por dentro, pero es necesario quererse, valorarse, para poder tener un buen exterior.

No se trata de frivolidad, así es como funciona el sistema. Todos quisiéramos que nadie nos juzgue por nuestra apariencia, así debería ser, conocer a las personas y no juzgar por el afuera, pero vivimos en un mundo donde así son las cosas, es inevitable si vamos a una entrevista de trabajo, que no se fijen en la apariencia, o si vamos a una cita, nos pasa a todos, nadie está libre como para tirar la primera piedra. Utilizar este concepto de frivolidad como excusa para no desarrollar un buen estilo, te estanca, te deja afuera. No es necesario gastar mucho dinero o invertir demasiado tiempo, se trata de encontrar el equilibrio con un guardarropa apropiado para las distintas ocasiones de uso.

Antes de dividirnos según el tipo de silueta (pera, manzana, reloj de arena, recta, full,), y por edades (los 30, los 20, los 40, los 50), y por altura (baja, media, alta), y tantas otras categorías o etiquetas que nos adjudican las revistas de moda y los libros de asesoramiento, vamos a pensar que ante todo somos una, somos mujeres, y más allá de las diferencias físicas, en cuanto a centímetros o gramos, todas compartimos las mismas inseguridades, los mismos deseos, y las mismas dudas o miedos, como mujeres que somos.

¿Qué significa ser una mujer? La historia nos ha demostrado que las mujeres han sufrido dudas respecto al físico desde el inicio de los tiempos. Siempre hubo reglas que cumplir en sociedad, cuando se usaba la cintura de avispa la que no la tenía sufría, cuando se usaban los cuerpos voluptuosos, las pobres flacas quedaban fuera de todo tipo de sensualidad. Es decir que las modas cambian, pero los problemas de las mujeres para adaptarse siguen siendo los mismos.

Por otra parte, toda la vida han existido recursos, la mayoría de las veces incluso dolorosos, para lograr pertenecer a la tendencia. Los corsé se transformaron en corpiños con aro, con relleno, son piezas de ingeniería. Los tacos suben y bajan, aprietan y sueltan los pies, y ahí estamos las mujeres sufriendo toda la noche por unos zapatos hermosos y casi no podemos bailar, pero eso no importa porque son hermosos y nos hacen sentir unas diosas. Los miriñaques ahora son fajas, las pelucas son extensiones y podría seguir enumerando recursos. Todas estas herramientas, nos vuelven consumistas, nos quitan tiempo, pero sobre todo, nos alejan de la idea de aceptarnos como somos.

Hoy en día, más que nunca estamos influenciadas por las redes sociales, y bombardeadas con la publicidad, programas de televisión, para que sigamos consumiendo todo este tipo de recursos, y pareciera que no tienen fin. Porque vamos creciendo, entonces lo que necesitábamos a los 20 para sentirnos bien (extensiones, zapatos con taco, ropa nueva), no es lo mismo que a los 30 (tratamientos para la celulitis, para las primeras arrugas), ni lo que nos hace sentir mal a los 40 (operación de lolas después de amamantar, liposucción para la panza, etc.). Vivimos en un sistema que todos los días nos enseña a odiarnos. Pero al mismo tiempo, y con una visión mucho más positiva, también estamos en un momento en que depende de nosotras mismas generar un cambio, porque tenemos acceso a muchísima información, porque la mujer ha logrado progresos muy importantes en cuanto a sus derechos, porque podemos conocer nuevas culturas y formas de espiritualidad, está en nuestro poder decidir hasta donde nos conviene y nos hace bien acceder a lo que nos ofrece el mercado, y hasta donde somos perfectas tal como somos, y no necesitamos todos estos recursos, porque ser feliz depende de uno, y obviamente la felicidad, como tantas veces nos han dicho, no proviene de lo material, ni lo externo, sino de los afectos y las cosas que no se ven, lo dijo el principito…lo esencial es invisible a los ojos.

Quisiera aclarar que no se trata de estar en contra de las cirugías estéticas, ni los tratamientos de belleza, ni el consumo de ropa y accesorios. Se trata de utilizar la moda y lo que nos ofrece el mundo, como herramienta para lograr nuestra propia evolución como seres humanos, que estén a nuestro servicio, en un sano equilibrio, y no controlando nuestra vida, ni nuestra felicidad. Somos perfectos tal como somos, no necesitamos más, todo lo demás es a nuestro favor, si tener un nuevo peinado nos da felicidad y nos hace sentir más bellas, y nos queda bien para nuestro propio beneficio, bienvenido sea. Pero si ese nuevo peinado lo hago, porque quiero parecer más joven porque tengo miedo que me deje mi marido, o lo hago porque es la moda y me queda horrible pero quiero demostrar a mis amigas que estoy en la tendencia y tengo dinero para cambiarme el peinado cuando quiera, o lo hago porque toda la vida me sentí fea y creo que el problema es mi color de pelo, en esos casos, el cambio no es sano, y esas inseguridades que parten desde adentro, no las va a resolver el peinado, me hará sentir bien un momento, que se esfuma en cuanto comienzo a revivir de nuevo lo mismo.

El cuerpo: nuestro cuerpo es nuestra herramienta para trasladar el alma. La llamo alma, espíritu, ánima, esencia, como queramos llamarlo, se trata de la energía que nos mueve, que nos da vida y no podemos ver. Cuando tenemos un auto lo cuidamos, le pagamos el seguro, lo lavamos, si llegamos a chocar y se daña sufrimos, lo consideramos valioso. Un auto traslada nuestro cuerpo. De igual manera tenemos que cuidar a nuestro cuerpo, que traslada lo más sagrado que tenemos, nuestra vida.

Espero haberte inspirado y que mis palabras sean útiles para que tu camino esté colmado de amor y plenitud.

Cariños,

Naty Eiras.

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